martes, 15 de diciembre de 2009

UN REI MAGO DE VAQUERO - HISTORIA PARA NAVIDAD

Lei esta historia real em la revista infantil “El puentecito”. Dibujada y adaptada por Gabriela Pache de Fiúza.

FIGURA 1




A David le habían regalado, hacía bastante, un enorme juego de esos que llamamos de “rasti”. Este juego consiste, como sabrás, en muchas piecitas de distintas formas, colores y tamaños que puedes unir y desunir como quieras, para construir lo que se te ocurra. ¡Como lo disfrutaba David! ¡Y las cosas que construía! Fabulosas torres, rarísimos puentes, sorprendentes edificios… en fin. ¡Todo un arquitecto del futuro! Pasaba horas jugando con sus rastis.

FIGURA 2



El domingo, como siempre había pasado dos horas buenísimas en la iglesia con muchos chicos más. Cantaban hermosas canciones y aprendían de Dios, comentaban, hacían planes y disfrutaban escuchando hermosas historias. La de ese domingo, justamente, estuvo buenísima. Justamente en este domingo Tia Mimí, una de las profesoras les había contado sobre el nacimiento de Jesús y el pasaje de Mateo capítulo 2, donde unos reyes magos siguiendo una estrella llevaron regalos para Jesús. Esos regalos eran muy valiosos y con certeza ayudaron en los cuidados y sustento de Jesús en los primeros años de vida. También contó que unos hermanitos gemelos, cuando escucharon esta historia de la Biblia también quisieron dar regalos a los niños que no tenían juguetes y que no recibirían nada en navidad. Ellos fueron “reyes magos invisibles” preparando un linda sorpresa para un abuelito muy pobre y a sus nietitos. Colocaron regalos en la puerta de la casa junto con un folleto que hablaba de Jesús y tenia la dirección de la iglesia, sin que sean vistos. Y para sorpresa de los gemelos, el abuelo y los nietos fueron a la iglesia en el culto del domingo y entregaron sus vidas a Jesús.
Los casi cien niños que escuchaban a Tia Mimi, estaban muy atentos e interesadísimos con la historia. No se escuchaba ni una mosca volar. Sobre todo cuando Tia Mimi, al terminar les hizo una importante propuesta: ¿Qué les parece si decidimos a ser nosotros también “ángeles invisibles” para las fiestas? Revisen sus juguetes y ropas. Piensen en algún amiguito que no tenga juguetes. Seria muy emocionante compartir con alguien un poco de aquello que Dios nos dió.

FIGURA 3



Tía Mimi les pidió a los niños que se tomen de las manos y oren para pedir a Jesús orientación sobre lo que deben hacer para que cada niño tomase decisiones sobre la propuesta para navidad.
Fue entonces cuando las chispas comenzaron a saltar más rápido en el corazón y el la cabeza de David. Es que cuando hablamos con Dios y lo escuchamos. ¡El también habla con nosotros!
Pocos días después, tia Mimí encontró David muy ocupado. Revisaba una por una las múltiples piecitas de su enorme rasti. Si estaban sucias, las limpiaba, si faltaba alguna, ponía todo patas para arriba hasta encontrarla.
¿Estás preparando otro invento? Preguntó Mimi.
No, respondió David. Estoy preparando el rasti para regalárselo a los chicos García.
Tia Mimi se quedó muda mientras David proseguía: “Su papá no tiene trabajo. Los chicos son muchos. Seguro que no van a poder comprarles nada para navidad ni para reyes. Creo que ese juego les va a gustar ¿no? Es un juego en que en todos los hermanitos podrán jugar.
Pero... ¿seguro que quieres regalar ese juego? Preguntó Mimi vacilante.
David sacudió hacia atrás su flequillo y habló con energía.
Yo ya soy grande, Mimi. Ya jugué mucho con el rasti. Quiero compartir lo que tengo, como dijimos el domingo. Hacía rato que me daba vuelta la idea, así que el domingo me decidí. Creo que es Jesús. Lo único es que ..
¿Es que David? Mimi contuvo la respiración.
-¡La caja es regrande! ¿Me ayudaría a llevárselas?

FIGURA 4


Al atardecer cargaron el paquete en el autito de tía Mimi. En casa de los García estaban Juan Pablo, Javier y Lucas, los tres más chicos. David entregó la caja con una sonrisa un poco tímida y una explicación cortita: ¡Hola Juan Pablo, eso es para ustedes! Y Juan Pablo respondió con otra sonrisa un poco tímida “Ah que bueno, gracias David” y entró de nuevo en la casa.
Como afuera oscurecía y adentro había luz, David y Mimí no aguantaron la tentación de ponerse a espiar por la ventana a ver que ocurría. Vieron a Juan Pablo desatando el paquete, mientras Javier y Lucas miraban impacientes. De repente estalló un enorme “Ohhhhh” y las piecitas multicolores se esparcieron sobre la mesa.
“¡Que fabuloso!” “¡Para armar casitas!” “¡y torres!” “¡Y aviones!”
Entonces uno de los tres gritó emocionado: “¿Se acuerdan… se acuerdan de que le habíamos pedido a Jesús que nos mandara un regalo?”
Entonces Lucas el más pequeño se arrojó sobre la mesa exclamando una y otra vez: “¡Gracias, gracias Señor Jesús!” Inmediatamente Juan Pablo y Javier también se arrojaron sobre la mesa, abrazando las piecitas de colores y exclamando una y otra VEZ: “¡Gracias, gracias Señor Jesús!”
David y Mimi, en su escondite, estaban mudos de sorpresa.

FIGURA 5



¡Oíste eso! ¡Se lo habían pedido a Jesús! ¡Nunca me olvidaré de este momento! David se tapaba la boca para no ser oído.
David y tía Mimi caminaron unos metros en dirección del auto. David paró emocionado, cerro sus ojos y entre lágrimas y sonrisas oró a Jesús. Agradeció por poder ser un instrumento de Dios para bendecir a esos niños en navidad. Agradeció al Espíritu Santo por hablar a su corazón y porque Dios responde todas las oraciones.
Con su flequillo al viento, su camisa medio salida y su gastado vaquero azul, no parecía precisamente un angelito, ni mucho menos un elegante “Rey Mago”, pero en sus ojos color almendra había chispas de cielo y felicidad de rey. Es que estaba comprobando que su regalo tenía mucho valor, muchísimo valor. No solo para sus tres queridos amiguitos, sino también para su gran amigo Jesús. Porque cuando volvía para casa en el autito de la Tía Mimi, se acordó de algo muy, muy importante que Jesús dijo:

Les aseguro que todo lo que hicieren por uno de estos hermanos míos mas humildes, por mi mismo lo harán. (Mateo 25:40)