martes, 15 de diciembre de 2009

UN REI MAGO DE VAQUERO - HISTORIA PARA NAVIDAD

Lei esta historia real em la revista infantil “El puentecito”. Dibujada y adaptada por Gabriela Pache de Fiúza.

FIGURA 1




A David le habían regalado, hacía bastante, un enorme juego de esos que llamamos de “rasti”. Este juego consiste, como sabrás, en muchas piecitas de distintas formas, colores y tamaños que puedes unir y desunir como quieras, para construir lo que se te ocurra. ¡Como lo disfrutaba David! ¡Y las cosas que construía! Fabulosas torres, rarísimos puentes, sorprendentes edificios… en fin. ¡Todo un arquitecto del futuro! Pasaba horas jugando con sus rastis.

FIGURA 2



El domingo, como siempre había pasado dos horas buenísimas en la iglesia con muchos chicos más. Cantaban hermosas canciones y aprendían de Dios, comentaban, hacían planes y disfrutaban escuchando hermosas historias. La de ese domingo, justamente, estuvo buenísima. Justamente en este domingo Tia Mimí, una de las profesoras les había contado sobre el nacimiento de Jesús y el pasaje de Mateo capítulo 2, donde unos reyes magos siguiendo una estrella llevaron regalos para Jesús. Esos regalos eran muy valiosos y con certeza ayudaron en los cuidados y sustento de Jesús en los primeros años de vida. También contó que unos hermanitos gemelos, cuando escucharon esta historia de la Biblia también quisieron dar regalos a los niños que no tenían juguetes y que no recibirían nada en navidad. Ellos fueron “reyes magos invisibles” preparando un linda sorpresa para un abuelito muy pobre y a sus nietitos. Colocaron regalos en la puerta de la casa junto con un folleto que hablaba de Jesús y tenia la dirección de la iglesia, sin que sean vistos. Y para sorpresa de los gemelos, el abuelo y los nietos fueron a la iglesia en el culto del domingo y entregaron sus vidas a Jesús.
Los casi cien niños que escuchaban a Tia Mimi, estaban muy atentos e interesadísimos con la historia. No se escuchaba ni una mosca volar. Sobre todo cuando Tia Mimi, al terminar les hizo una importante propuesta: ¿Qué les parece si decidimos a ser nosotros también “ángeles invisibles” para las fiestas? Revisen sus juguetes y ropas. Piensen en algún amiguito que no tenga juguetes. Seria muy emocionante compartir con alguien un poco de aquello que Dios nos dió.

FIGURA 3



Tía Mimi les pidió a los niños que se tomen de las manos y oren para pedir a Jesús orientación sobre lo que deben hacer para que cada niño tomase decisiones sobre la propuesta para navidad.
Fue entonces cuando las chispas comenzaron a saltar más rápido en el corazón y el la cabeza de David. Es que cuando hablamos con Dios y lo escuchamos. ¡El también habla con nosotros!
Pocos días después, tia Mimí encontró David muy ocupado. Revisaba una por una las múltiples piecitas de su enorme rasti. Si estaban sucias, las limpiaba, si faltaba alguna, ponía todo patas para arriba hasta encontrarla.
¿Estás preparando otro invento? Preguntó Mimi.
No, respondió David. Estoy preparando el rasti para regalárselo a los chicos García.
Tia Mimi se quedó muda mientras David proseguía: “Su papá no tiene trabajo. Los chicos son muchos. Seguro que no van a poder comprarles nada para navidad ni para reyes. Creo que ese juego les va a gustar ¿no? Es un juego en que en todos los hermanitos podrán jugar.
Pero... ¿seguro que quieres regalar ese juego? Preguntó Mimi vacilante.
David sacudió hacia atrás su flequillo y habló con energía.
Yo ya soy grande, Mimi. Ya jugué mucho con el rasti. Quiero compartir lo que tengo, como dijimos el domingo. Hacía rato que me daba vuelta la idea, así que el domingo me decidí. Creo que es Jesús. Lo único es que ..
¿Es que David? Mimi contuvo la respiración.
-¡La caja es regrande! ¿Me ayudaría a llevárselas?

FIGURA 4


Al atardecer cargaron el paquete en el autito de tía Mimi. En casa de los García estaban Juan Pablo, Javier y Lucas, los tres más chicos. David entregó la caja con una sonrisa un poco tímida y una explicación cortita: ¡Hola Juan Pablo, eso es para ustedes! Y Juan Pablo respondió con otra sonrisa un poco tímida “Ah que bueno, gracias David” y entró de nuevo en la casa.
Como afuera oscurecía y adentro había luz, David y Mimí no aguantaron la tentación de ponerse a espiar por la ventana a ver que ocurría. Vieron a Juan Pablo desatando el paquete, mientras Javier y Lucas miraban impacientes. De repente estalló un enorme “Ohhhhh” y las piecitas multicolores se esparcieron sobre la mesa.
“¡Que fabuloso!” “¡Para armar casitas!” “¡y torres!” “¡Y aviones!”
Entonces uno de los tres gritó emocionado: “¿Se acuerdan… se acuerdan de que le habíamos pedido a Jesús que nos mandara un regalo?”
Entonces Lucas el más pequeño se arrojó sobre la mesa exclamando una y otra vez: “¡Gracias, gracias Señor Jesús!” Inmediatamente Juan Pablo y Javier también se arrojaron sobre la mesa, abrazando las piecitas de colores y exclamando una y otra VEZ: “¡Gracias, gracias Señor Jesús!”
David y Mimi, en su escondite, estaban mudos de sorpresa.

FIGURA 5



¡Oíste eso! ¡Se lo habían pedido a Jesús! ¡Nunca me olvidaré de este momento! David se tapaba la boca para no ser oído.
David y tía Mimi caminaron unos metros en dirección del auto. David paró emocionado, cerro sus ojos y entre lágrimas y sonrisas oró a Jesús. Agradeció por poder ser un instrumento de Dios para bendecir a esos niños en navidad. Agradeció al Espíritu Santo por hablar a su corazón y porque Dios responde todas las oraciones.
Con su flequillo al viento, su camisa medio salida y su gastado vaquero azul, no parecía precisamente un angelito, ni mucho menos un elegante “Rey Mago”, pero en sus ojos color almendra había chispas de cielo y felicidad de rey. Es que estaba comprobando que su regalo tenía mucho valor, muchísimo valor. No solo para sus tres queridos amiguitos, sino también para su gran amigo Jesús. Porque cuando volvía para casa en el autito de la Tía Mimi, se acordó de algo muy, muy importante que Jesús dijo:

Les aseguro que todo lo que hicieren por uno de estos hermanos míos mas humildes, por mi mismo lo harán. (Mateo 25:40)

miércoles, 21 de octubre de 2009

JAMÁS ME OLVIDARÉ - HISTORIA EVANGELISTICA

Historia retirada de la revista argentina "el puentecito" Adaptada y dibujada por mi. (Gabriela Pache de Fiúza)

Hace mucho tiempo atrás (o ni tanto), existía el castigo físico en las escuelas. O sea que el profesor debía castigar con palmatorias, azotes o cualquier otro castigo físico a aquellos niños que desobedecían órdenes o tenían un mal comportamiento en la escuela o en el recreo. Aunque eso fuese terrible, también dio lugar a historias apasionantes como la que les voy a contar ahora.

En un país lejos del nuestro, existía una escuelita rural en el medio de las desérticas montanas. Era una pequeña población de agricultores y creadores de ganado. En esta escuelita había un grave problema. Ningún profesor permanecía más de un mes. Pero no era por causa del clima, ni por las distancias ni por el salario (que era muy bueno) ¿Que piensan? ¿Por que ningún profesor conseguía permanecer ni un mes en la escuela?

Pero un bello día, después de que el último profesor se fue dejando la escuela, llegó un nuevo profesor. Nuevo no, digamos que es el quinto nuevo profesor del año. Era muy joven. El patio de la escuelita estaba lleno de chicos y chicas de diferentes edades que llegaban de los campos y granjas vecinas.


Figura 1


Cuando los chicos vieron llegar el nuevo profesor comenzaron a reírse y hablar entre ellos:

-¿Che Rafa, viste el pajarito desplumado que llego a la escuela? ¡Lo vamos a hacer volar de aquí enseguidita!

-Yo traje la ondera! Grito uno a las carcajadas.

- Tranquilos, muchachos- respondió Rafael, que parecía ser el líder de la barrita- vamos a darle un poco de tiempo. ¿Si lo hacemos volar rápido con quien nos vamos a divertir?. Jajajajajaja.

El joven profesor escuchaba todo desde la ventana. Por fin tocó el timbre marcando el inicio de las aulas. Unos cincuenta niños se precipitaron dentro de la sala de aula, gritando y empujándose agresivamente. Cuando todos tomaron sus asientos el profesor se puso de pie al frente del pizarrón.

-¡Atención! ¡Este es el primer sermón del profesor! – dijo Rafael gritando para que todos oyesen.

Los chicos no aguantaban de tanto reír. Pero para la sorpresa de todos, el profesor no estaba enojado. Y con mucha calma dijo:

Figura 2


Muchos piensan que esta escuela va a cerrar sus puertas. Pero nosotros conseguiremos que ella funcione muy bien. Y para que una escuela funcione bien tiene que tener buenas normas o reglas de comportamiento.

Y para que las leyes sean fáciles de ser respetadas, serán ustedes mismos que las harán. Siendo así pueden levantar la mano de a uno y dictar las reglas de la escuela…

La sala estaba en completo silencio. La sorpresa había paralizado a todos los alumnos.

Figura 3

Pasaron algunos minutos en el más completo silencio, hasta que el primer corajoso levanto La mano y dijo:

- No robar, profesor. Creo que esa debe ser la primera ley.

- ¡Muy bien! -dijo el profesor escribiendo en el pizarrón. ¿Alguien mas?

- ¡No pelear!

- ¡No insultar!

El grupo se animó rápido y comenzaron a decir leyes uno después de otro.

Terminada la lista en el pizarrón, Rafael se puso de pie y grito:

- Profesor, también tenemos que colocar los castigos para las reglas que sean desobedecidas, sino nadie las respetará.

¡Con certeza Rafael! – Respondió el profesor. ¿Qué castigo colocarías por ejemplo en el caso de que alguien quiebre la ley de “NO ROBAR”?

- ¡Diez azotes de vara con las espaldas desnudas, sin camisa, profesor! – Dice Rafael rápidamente.

Y así fueron establecidos los castigos para cada desobediencia.

Para sorpresa de todo el mundo, la escuela pasó la semana sin problemas. Los niños querían obedecer sus propias leyes. Aparte sabían que serían castigados y dolería mucho. Pero un día cuando toco la campana para ir al recreo, Rafael se levantó para buscar su merienda que había dejado en una cajita en el banco de atrás. Y para su sorpresa, su merienda no estaba! Algún compañero se la había sacado.


Figura 4


¡El rostro de Rafael estaba rojo de rabia, señalaba para el banco y gritaba como loco!

- ¡Alguien me robó mi merienda! ¡Alguien me robó mi merienda! ¡Que nuestra ley lo castigue, exijo que nuestra ley sea cumplida!

Figura 5

El profesor visiblemente triste se puso de pié y dijo:

- Parece que es la primera ley quebrada. ¡que pena!

Inmediatamente miró para los alumnos y con pesar y firmeza dice:

- ¡Aquel que robó la merienda de Rafael pase al frente y confiese!

Hubo un gran silencio. Nadie pestañeaba. Entonces el profesor tomo la decisión de revisar todos los bancos y los objetos personales de cada niño con el objetivo de encontrar al culpado.

Cuando llegó cerca del banco de Jaime, este se tiro encima gritando:

-¡No, no, en mis cosas no!


Figura 6

- Levántate Jaime!- Ordenó seriamente el profesor.

Entonces revisó las cosas de Jaime y encontró la caja de la merienda de Rafael. Pero la caja ya estaba vacía.

- ¿Por qué hiciste eso hijo? - Preguntó el profesor.

El niño llorando a los gritos respondió:

- Estaba con mucha hambre, profesor... hace cinco días que mi papá esta borracho. Y hoy mi mamá no tenia nada para darnos de comer.

- ¿Por que no me dijiste eso antes? ¡Yo habría compartido mi almuerzo contigo! ¡Pero ahora es muy tarde! Vos robaste y el castigo por la ley quebrada debe ser efectuado!

Vamos al frente y sácate la camiseta.

Jaime pasó al frente llorando desesperado y rogando decía:

- Profesor, no me obligue a sacar la camiseta, por favor. ¡No me puede castigar con la camiseta puesta? Por favor...

- Lo siento mucho. ¡Es parte del castigo! – dijo el profesor con el corazón oprimido.

Todos los alumnos estaban mudos y algunos tenían los ojos llenos de lágrimas.

Jaime se sacó la camiseta entre sollozos y...


Figura 7

Para espanto de todos, Jaime tenía el cuerpo cubierto de heridas y hematomas, algunas cicatrices eran viejas y otras parecían muy recientes... aparte de eso Jaime estaba esquelético de flaco! Daba para ver todos sus huesitos.

_ ¡Qué es esto en tu cuerpo Jaime? Preguntó el profesor completamente abalado.

- ¡Es que mi papá cuando llega borracho en casa, se pone violento con nosotros y nos pega, a mi mamá y mis hermanitos! –respondió Jaime entre llantos.

¡Todos en el aula estaban llorando ahora! Todos sentían mucha misericordia y compasión por el compañerito.

El profesor, entonces, con firmeza y con los ojos llenos de lágrimas, agarró la vara, levantó la mano para comenzar a aplicar el castigo por la ley quebrada cuando...


FIGURA 8


Desde el fondo del aula se oye una voz visiblemente quebrantada.

- ¡Castígueme a mi profesor! ¡Yo quiero ser golpeado en el lugar de Jaime! ¡Yo pagaré por la falta de Jaime! Por favor profesor!

El duro Rafa comenzaba a correr para el frente de la sala abrazando al pequeño Jaime.

- ¡Yo pagaré por vos amiguito, yo pagaré!

Rápidamente se sacó la camiseta y se puso de espaldas para que el profesor le aplicase el castigo por la ley quebrada.

Conmovido, pero con firmeza el profesor tomo la vara y cumplió con la ley de los alumnos. Contó las diez varadas sobre las espaldas de Rafa.

Rafael soportó todo sin una queja, sin un solo grito. Y cuando terminó el castigo en medio a un gran silencio, se puso la camiseta y volvió para su banco.

El profesor intentaba dar aula, pero era muy difícil.


FIGURA 9


Fue entonces que se escuchó una lamentación. Jaime se levantó y corrió para el banco de Rafael y lo abrazó con fuerza y llorando.

-¡Jamás olvidaré lo que hiciste por mi! ¡Vos pagaste mi castigo! ¡Tomaste mi lugar! ¡Nadie nunca hizo nada así por mí! ¡Seré tu amigo para siempre!

El profesor agarró un libro enorme y muy bonito y dijo conmovido:

- Niños quiero contarles una historia real de alguien que hizo por nosotros lo mismo que Rafael hizo por Jaime. ¡Alguien que tomó nuestro lugar, alguien que pagó nuestro castigo, pero Él no solamente fue castigado por nosotros! Él dio su vida, derramó su sangre para que nosotros pudiésemos vivir, para que nosotros pudiésemos tener sanidad y libertad. Ésta persona es Jesús, el hijo de Dios.

Entonces leyó en la Biblia el relato del profeta Isaías en Isaías 53:5 y otros textos que hablan de la muerte de Jesús por nosotros y de su resurrección. Después preguntó a los niños quien quería entregar su vida al Señor Jesús. Todos los alumnos levantaron la mano, todos querían ese Dios tan misericordioso que había entregado su vida en amor por ellos.

¿Y vos amiguito, quieres entregar tu vida al Señor Jesús hoy?

jueves, 1 de octubre de 2009

PARÁBOLA DE LOS TALENTOS Mateo 25:14 a 30

Historia retirada de http://sermons4kids.com, ilustrada por Gabriela Pache de Fiúza

Figura 1
Había una vez un hombre que tenía un negocio de construcción. Este hombre tuvo que salir de viaje y llamó a sus tres empleados y les dijo: —Tengo que ir en un largo viaje así que les dejo a cargo del negocio. He preparado una caja de herramientas a cada uno de ustedes para que la utilicen en el negocio en lo que regreso.
Entonces el hombre le entregó, a cada uno de sus empleados, una ca ja de herramientas. Cada caja contenía todas las herramientas que cada uno de ellos necesitarían para el trabajo que el hombre esperaba que ellos hicieran, pero como cada empleado tenía habilidades diferentes de los demás, cada caja de herramienta era diferente. Al primer empleado le dio una caja de herramienta muy grande con cuanta herramienta fuera posible imaginar.Al segundo le dio una caja más pequeña, pero la cual tenía bastantes y variadas herramientas. Al tercer empleado le facilitó una caja de herramientas con muy pocas herramientas, pero las suficientes para que el empleado hiciera lo que se esperaba de él.

El hombre se fue de viaje. Al regresar llamó a sus empleados para ver que habían hecho mientras el viajaba.

Figura 2

El primer empleado dijo: —Yo sé de tu gran amor y preocupación por las personas que no tienen hogar, así que usé la caja de herramientas que me entregaste para construir hogares para los necesitados.

—¡Eso es maravilloso!— dijo el jefe. —Has trabajado tan bien que te voy a poner a cargo de todas las nuevas construcciones de la companía.



Figura 3

El segundo empleado dijo, —Conozco del gran amor que sientes por las personas de mayor edad, así que usé la caja de herramientas para arreglar las casas de los ancianos que no podían arreglarlas.

—¡Eso es tremendo!— dijo el jefe. —Has trabajado tan bien que te voy a poner a cargo de todas los arreglos y el mantenimiento de la companía.



Figura 4

Entonces, se viró y miró a su tercer empleado y le preguntó: —¿Qué hiciste con las herramientas que te di?

—Sé que eres un jefe muy exigente y que esperabas mucho de cada uno de nosotros. Temí que al usar cualquiera de las herramientas una de ellas se me rompiera o pudiera perderla y te enfadaras. Así que las guardé en un lugar seguro. Han estado en ese lugar desde que te fuiste. Mira aquí están....¡como nuevas!

—¡Qué empleado flojo eres! No te di las herramientas para que las guardaras en un lugar seguro. Te las di para que las usaras en mi negocio. ¡Estás despedido!

Como los otros habían demostrado que podían hacer un buen uso de la caja de herramientas, el jefe tomó la caja del empleado que había sido despedido y lo dividió entre los otros dos empleados.

Creo que este cuento nos demuestra lo que Dios ha hecho en cada uno de nosotros. Él nos ha dado herramientas para construir parte de su reino. No todos tenemos las mismas herramientas pero Dios espera que utilicemos las herramientas que nos ha dado. Si así lo hacemos, Él nos dará más; pero si no las utilizamos aún esas que nos dió nos la quitará y se las dará a otro que pueda utilizarlo.

Escucha las palabras de Jesús, —Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.

Querido Señor, ayúdanos a ser fieles en la utilización de los dones que nos has dado para que ayudemos a otros y contruyamos tu reino. Amén.

martes, 22 de septiembre de 2009

LA GITANITA - Historia Evangelística infantil

Historia retirada de la Internet, dibujada y adaptada por Gabriela Pache de Fiúza. Dedico esta historia a mi amiga Fabiana Avaca, una grande y querida amiga.

FIGURA 1
Había una vez un gran pintor.
Le habían
encargado que pintara un cuadro de la crucifixión de Jesús para colocar en una Iglesia. El pintor trabajaba afanosamente. Quería que aquel cuadro fuera excelente y lo estaba consiguiendo. Una tarde, cansado de trabajar, salió fuera de la ciudad. Fue a un parque y se sentó cerca del lago. De pronto, oyó una vocecita que cantaba.


FIGURA 2
Miró y vio a una gitanita que cantaba y bailaba para atraer su atención y ganarse algunas monedas.
¡Qué hermosa era! ¡Qué lindo cuadro podría pintar con esta gitanita! ¡Qué bien lo vendería!...
-¡Niña! -dijo entonces el pintor- Si quieres ganarte unos buenos pesos, ven a mi estudio y pintaré tu retrato. ¿Cómo te llamas?
-Pepita -contestó la niña con ojos brillantes.
-Pues, Pepita, te espero el jueves temprano en mi estudio, en la calle Alta.


FIGURA 3
El jueves Pepita se presento tempranito, en el estudio del pintor. Miró admirada para todos lados.
Pero de repente, sus ojos oscuros quedaron clavados en un lugar: el cuadro de Jesús crucificado, que estaba casi listo.
Quedó inmóvil. Muda pero de pronto preguntó: ¿por qué están matando: así a ese hombre?
-A ti, no te importa -contestó el pintor fastidiado
Ven aquí que ya empiezo tu cuadro. Pepita, asustada, obedeció.
Pero al jueves siguiente, vino aún más temprano.
Calladita, fue derecho a contemplar aquel cuadro cada vez que le tocaba venir, hacía lo mismo.



FIGURA 4
Un día no aguanto más y tímidamente volvió a preguntar:
Dígame, señor, una sola cosa nada mas ¿por qué lo mataron así a ese hombre? ¿Era tan malo?
-No. Era muy bueno -contestó el pintor.
Pepita se le quedó mirando con los ojos muy grandes.
Para que dejes de molestarme, te voy a contar la historia de una vez dijo el pintor de mala gana.
Para el la historia de Jesús era solo una vieja historia.
No le interesaba, solo quería pintar, ganar mucho dinero y divertirse.
Pero cuando la pobre Pepita oyó la antigua historia, las lagrimas comenzaron a salir como arroyos de sus hermosos ojos.
El pintor se sorprendió un poco y también se sintió conmovido, pero enseguida se puso a hacer otra cosa.

Llegó el último día en que Pepita debía posar. El pintor fue a sacar el dinero para pagarle. Como
de costumbre, Pepita, no bien tuvo un momento libre, corrió a contemplar el cuadro de la cruz.
Cuándo el pintor volvió, la pequeña gitana se dio vuelta, lo miró y con los ojos bañados
en lágrimas le dijo “Todo eso hizo él por usted... ¿y usted qué hizo por Él?”
El pintor se sobresaltó Agachó un momento la cabeza y luego dijo con voz enronquecida "Vete, Pepita".


FIGURA 5
Pasaron los días. Las palabras de Pepita golpeaban dentro corazón del pintor “Todo eso hizo él
por usted... ¿y usted qué hizo por él?
Una noche, mirando el cielo estrellado, sintió que un arroyo de lágrimas comenzaba a brotar de su propio corazón.
Con voz temblorosa empezó a decir: "Dios, Señor mío... me he ido tan lejos de ti desprecie tanto tu amor.
Desde esa hermosa noche en que volvió a encontrarse con Dios, el pintor pensaba ¿Qué puedo hacer para demostrarle mi amor y mi agradecimiento?.
De repente se le ocurrió una idea: iba a pintar un cuadro. Un cuadro diferente.



FIGURA 6
Entonces pinto el rostro de Jesús, con su hermosa cabeza inclinada y lastimada bajo la corona de espinas.
Mientras lo pintaba, mas veces se detuvo a secarse las lágrimas, porque esta vez pintaba con todo su corazón.
Al pie del cuadro escribió estas palabras:
"TODO ESTO HICE YO LO HICE POR TI, ¿QUÉ HAS HECHO TU POR MÍ?
El hermosísimo cuadro colgó muchos años en una galería de arte.
Muchas personas, al contemplarlo, fueron tan conmovidos que se volvieron a Dios.

Pasó mucho tiempo.
Una noche muy fría el pintor estaba cómodamente sentado en su casa cuando llamaron a su puerta.
Era un hombre pobre, de ojos oscuros.
-Señor pintor -dijo el hombre- por favor, venga conmigo. Allá en un campamento gitano hay una enferma muy grave que ruega verlo.



FIGURA 7
El pintor, sin preguntar más se abrigo y siguió a aquel hombre en la noche helada. Llegaron al campamento.
Entraron en una carpa apenas alumbrada por una vela. Tirada entre unas mantas en el suelo, había una joven.
El pintor se arrodillo para verla mejor y entonces exclamo:
"¡ Pepita! ¿Eres tú?
Una voz muy débil le contesto: -Sí, señor... Lo he llamado para que me diga... si ese hombre del cuadro... murió también por mi...
-Sí, hija mía -contesto el pintor emocionado- Jesús murió también por ti.
-Yo... hice cosas muy malas – dijo Pepita
-Yo también pepita dijo el pintor.
Pero Jesús murió para limpiarnos de todo el pecado
Solo tienes que pedírselo ¿ Y sabes hija? El esta aquí a tu lado. Porque el no quedo muerto volvió
a vivir a los tres días, porque Él es DIOS.
ÉL ESTA AQUÍ PEPITA. Y quiere perdonarte, abrazarte muy fuerte y quiere llevarte a vivir con el allá en su hermoso hogar donde no existe el dolor.
El pintor y pepita tomados de la manos comenzaron a hablar con Jesús.

Pepita sonreía y decía “TODO ESTO HICISTE POR MÍ”. “TODO ESTO HICISTE POR MÍ”.
Gracias Señor Jesús, GRACIAS.
Y a la madrugada, Pepita tranquila y feliz como nunca, fue a vivir para siempre con Jesús.



FIGURA 8
El pintor salió afuera de la carpa y mirando al cielo, ya estaba amaneciendo y repitio suavemente.

“Gracias Señor Jesús, GRACIAS porque hoy pude hacer algo por ti”.